Si has tenido algunas veces la sensación de que te reprochas continuamente tus acciones, que estás rumiando o dándole vueltas a algo que has hecho mal, o que te dices sin parar que no vales o no puedes, llegando incluso a auto-descalificarte… quizás estés siendo presa de la baja autoestima.

La persona que no se estima siempre encuentra defectos en sí misma, normalmente se infravalora y critica una y otra vez. El 90% del día se siente mal o como si no fuera válida, con un diálogo continuo en que prima el auto-reproche y los pensamientos desvalorizadores. De esta manera, le es difícil llevar a cabo su actividad diaria, no digamos ya convertirse en una persona exitosa o realizada.

La persona con baja autoestima se siente continuamente evaluada y tiene la falsa sensación de ser transparente, de que todo lo que se reprocha a sí misma es conocido al instante por los que la rodean. Al sentirse evaluada, su estado de ánimo no depende de sí misma sino del otro.

Las personas con buena autoestima están centradas en sus objetivos o directamente en los demás, pero no para buscar su aprobación, sino para ayudarles.

Por el contrario, la que tiene baja autoestima espera recibir la aprobación externa para sentirse bien; y eso es un arma de doble filo, porque se siente bien si le aprueban, pero su estado de ánimo se hunde si no es así.

Si te has sentido reconocido en estos “síntomas”, empieza por comprender por qué funcionas así:

El origen de la baja autoestima y cómo superarla

Normalmente, las personas con baja autoestima han vivido en entornos familiares con una moralidad rígida y poco realista. Toda persona necesita para desarrollarse un entorno de aceptación y confianza, pero la persona que padece baja autoestima ha sufrido casi siempre en su infancia amenazas, castigos o reproches. O puede que en el colegio haya sido víctima de bullying (acoso físico o psicológico de los compañeros) por alguna característica física o de personalidad.

Si ha sido tu caso, lo primero es entender que las voces que en tu infancia te reprocharon, castigaron o amenazaron ya no están presentes o si lo están es de una manera muy diferente. Quizá fueron tus padres tutores o compañeros los que encendieron el fuego, pero eres tú quien sigue alimentando las llamas.

Lo segundo que debes hacer es auto-observarte, date cuenta la enésima vez que te auto-reprochas algo, o que te repites que lo has hecho mal; y cambia tu actitud en ese momento. Hay que estar especialmente pendiente de frases como “Si es que soy así”, “No tengo remedio, soy…”, “Es que siempre lo hago mal”. Estas frases son una descalificación general a la persona.

Debes parar en seco este tipo de pensamientos y sustituirlos por “Vaya, me ha salido mal, la próxima me saldrá mejor”. “He tenido esta conducta, pero de entrada soy una persona valiosa y no voy a dejar que me afecte”. “Que haya actuado así ahora no quiere decir que no valga, hay infinidad de veces que he actuado de otra forma”.

Por último, es muy importante que definas claramente objetivos, de manera honrada, realista y objetiva. Es decir, aquellos elegidas por ti, que de verdad desees, que sea realista alcanzar y que objetivamente puedas medir. De este modo, podrás dar pasos hacia ellos y recuperar poco a poco la autoestima.

Si en este camino sientes que necesitas ayuda, estamos a tu disposición, porque lo importante es que vayas poco a poco modificando tu forma de pensar y de tratarte. El logro de tus metas te retro-alimentará y te sentirás más capaz, con lo que te dirás a ti mism@ mensajes más positivos.

Y muy pronto, antes de lo que esperas, empezarás a convertirte en una persona que se respeta y quiere más a sí misma. Y por tanto te sentirás también una persona más plena, más vital y más feliz.

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